Si los trabajadores reciben un aumento de salario del 22% están
mejor o peor? Pregunta el profesor marxista. Peoooor responden los estudiantes,
que tal vez aún no han tenido que tomarse la horrible tarea de ganarse el pan
con el sudor de la frente. La sola mención de sudor, da un poquito de asco, no?
Soy un militante activo de la erradicación del trabajo. Es obvio que el hombre
es más feliz cuando menos trabaja, claro que ese no trabajar no debe implicar
no comer, no vestirse, no tener casa, ese es el chiste.
Volviendo a la clase, es obvio que el profesor está hablando
desde una perspectiva marxista y se refiere al salario real y nominal. En esos
términos, se puede decir que si el salario relativo que es el que marca la
apropiación de lo socialmente producido a partir de la explotación de la
fuerza de trabajo, es desigual, un aumento en términos nominales no mejora la
situación del trabajador frente al capitalista, propietario de los medios de
producción. Por eso los comunistas odian tanto a los peronistas, aventura del profesor,
y con ello da una señal, existe algo más allá de la teoría marxista para
comprender la realidad, desde ya mucho más compleja que la que plantea Carlitos
sólo con fines analíticos, existe la política, el ámbito de las realidades,
donde si el trabajador recibe un incremento salarial del 22%, está mejor, aun
si ese incremento es sólo en términos nominales, pero mucho más si ese
incremento es en términos reales. La medida del salario real está dada por la
cantidad de mercancías que uno puede adquirir con una determinada cantidad de
dinero. En ese aspecto, la Argentina gobernada por los peronistas, ha mejorado
muchísimo en estos últimos diez años, según datos del Banco Mundial, en base a
los cálculos de la Tasa de Gini, que mide la desigualdad. Por ejemplo, el
gigante Brasil, un país tremendamente rico a nivel mundial, desde 2002 a 2011,
sólo redujo tres puntos de la Tasa, mientras que en Argentina bajó 18, partiendo
de parámetros iniciales similares. La Tasas de Gini, establece valores que van
entre 1 y 0, establece que cuando el indicador se acerca a cero, la distribución
es más justa, en tanto que cuando se acerca a 1 es lo contrario. Argentina
tiene un Tasa Gini de 0,37, Brasil 0,54, sólo un punto por debajo del pico histórico
de desigualdad en Argentina, que fue de 0,55 en 2002.
Pero hablemos del salario. La Universidad de Belgrano,
realizó un estudio que indica que Argentina tiene el salario real más alto de
América Latina y está bien ranqueada en términos globales. Comparativamente entonces,
si los trabajadores perciben un aumento del 22% están peor o mejor? Un economista
liberal coincidirá con un marxista al decir que ese incremento se ve absorbido
por la inflación, una de las formas que el capitalista tiene de seguir apropiándose
de la riqueza generada socialmente. A lo que el marxista agregará que esos
cambios superestructurales sirven para conservar la base de explotación en
manos privadas. El economista liberal, que es cierto, son los más brutos y
elementales de la ciencia económica, dirá que el problema son los salarios
altos a los que propondrá congelar y el tipo de cambio, por lo tanto habrá que
devaluar. En ese punto, tal vez, los senderos se bifurcan. La propuesta del economista
liberal doctorado en jarvar significa una transferencia masiva de riqueza hacia
el capital. Hay un dato allí, el problema, para el economista en cuestión, está
originado por la participación del trabajador en las ganancias que genera el
trabajo, hoy muy baja aún, tímidamente por encima del 20%, lejos, lejísmo, del
50 y 50 del peronismo en los ´70. Esa disputa en torno a quienes y en que
medida se apropian de las ganancias socialmente producidas, se libra en mesas
paritarias, que desde luego, un comunista loco de ganas de expropiar los medios
de producción, detesta.
En ese punto vale destacar lo siguiente: los cambios en la
base se dan a través de manifestaciones superestructurales. Lograr que el
capitalista renuncie a una buena parte de las ganancias, compartiendo en partes
iguales con los trabajadores, es un cambio en la base que se da mediante
transformaciones y manifestaciones superestructurales. No se entiende entonces
porqué un marxista odiaría a un peronista, y eso haría que se alíe políticamente
con lo más rancio de la derecha. Esa es también la matriz revolucionaria del
peronismo, reconocer que en el proceso de producción hay dos clases
contrapuestas: los que trabajan y los que no trabajan y ganan más guita que los
primeros. Hay conflicto y ese conflicto se traslada a la política, está bien,
es cierto, no se resuelve por las armas, no se transforma el modo de producción,
pero se disputa. Esa disputa, bajo el discurso de la redistribución de la
riqueza no es ni más ni menos, una disputa en torno a la apropiación de la ganancia
generada por el trabajo, un reconocimiento al hecho de que la producción de
riquezas se da en el marco de la sociedad y no en el ámbito privado del
capitalista, por lo tanto una discusión que se dirige a la base misma del modo
de producción capitalista, cuestionando la apropiación de la riqueza.
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