viernes, 17 de mayo de 2013

Los fiscales de Lilita



Es bastante común en el amplio y fragmentado arco opositor escuchar que lo que ellos proponen en realidad, amén de devaluación palos y retorno al neoliberalismo, es una nueva forma de hacer política. Claro que es mentira, su forma de hacer política es tan vieja como nuestro país; sucede que no es, durante toodo ese derrotero histórico, una forma democrática de hacer política.
A la oligarquía le iba mejor cuando era monolítica, agrícola – ganadera, y bien pulenta. Es decir, cuando no había elecciones. La democracia no vino más que a cagarle la fiesta, pero se adaptó o lo intentó, presionando gobiernos 


elegidos democráticamente y volteándolos a su antojo cuando ya no les respondían. El Peronismo fue su terrible hecho maldito y costó años y muertes reencauzar al ser nacional para que, nuevamente a partir de 1983, este eligiera a los gobernantes convenientes a esa oligarquía sustentada en la explotación de las riquezas naturales y la mano de obra barata nacionales al servicio de las grandes potencias extranjeras, por decirlo de alguna manera.
Y nuevamente el hecho maldito, ese lobo ahora con piel de kirchnerista. Pero las cosas cambiaron, ya no es tan fácil, por no decir imposible, hacer que el ejército en cualquiera de sus tres fuerzas, de un golpe de estado; y los resortes de la economía hoy están en disputa.
Tal vez el mayor logro democrático de estos tiempos es haber logrado que la derecha tenga que participar directamente en política, y lo será aun mayor cuando finalmente pueda fundar un partido, aclarar posiciones y no tener que andar rifando candidatos. Eso es lo nuevo en la política y no la nueva política. Lo dijo, ni más ni menos que el difunto Videla, “nuestro peor momento llegó con los Kirchner”.
Macri no es lo nuevo, claro, pero su nuevo perfil de tipo duro, dispuesto a reprimir y a poner al servicio de los grandes grupos concentrados de la economía y la comunicación los resortes del Estado, tampoco conquista la voluntad de las mayorías. Es una guapeada que pierde épica cuando uno se da cuenta que en realidad defiende al pesado del barrio, así quien no? Es una acción política de profundo corte oligárquico, por ende, escasamente democrática. No está orientada a ganar una elección.
El gran problema de la derecha y sus partidos, es que no tiene militantes, porque no los quiere, porque ve en eso el horror del populismo. Entonces concentra sus campañas en el marketing. Esto que pretende ser la nueva política piensa al votante como un cliente –aunque dicen detestar el clientelismo– entonces digamos un comprador, un consumidor, donde las candidaturas vendrían a ser una mercancía más, de cuya compra hay que convencer al ciudadano. Eso es Macri, Carrió, Pino Solanas, el peronismo disidente, Victoria Donda, Libres del Sur, etc. por más que te vendan trayectoria, historia y experiencia: son candidatos sin militantes ni partido, buscando arreglar con quien sea para conservar sus bancas. Y así sus partidos no postulan militantes, claro, si no que buscan candidatos taquilleros, que midan por razones que no tengan que ver necesaria, y preferiblemente también, con la política. De ahí vienen Macri, Pino y Scioli, también el Lole, pero despistó hace rato. Sus campañas no necesitan más que del grupo Clarín y algunos gurúes tipo Duran Barba. El casa por casa, sólo lo hace para las cámaras.
Pero la política es un hecho concreto, real, más allá de que se extienda al espacio virtual, es así y no a la inversa. Porque ni los perfiles de facebook, ni las cuentas de twitter, ni los blogs, ni las tapas de diarios ni los zócalos de los informativos te militan en el barrio, te fiscalizan una mesa. Y la verdad que es poco honesto querer acusar fraude electoral cuando no podes cubrir los fiscales de una escuela. Llega el momento donde la política se hace cruel y materialista. Entonces la nueva política, que no tiene ejercicio democrático hace agua. Para colmo con esto de la Cámpora los pibes se pelean para ir a laburar al barrio y estar de fiscales en las elecciones. Y la oposición, salvo la UCR que, aunque anquilosada, aún conserva su estructura en el territorio, se da cuenta tarde que para ganar una elección se necesitan militantes, trabajo, fiscales. No los tiene, claro. Solo le queda lanzar un bote en ese mar complejo que se aglutina cada tanto para manifestarse contra el gobierno de Cristina, por motivos tan diversos como incompatibles, y extender las redes. Que no quieren a Cristina, por tampoco a nadie, lo cual pone loco a los clarinetistas. Entonces responden con el mismo discurso de la antipolítica y el marketing y crean una página como esta, financiada por todas las asociaciones civiles de la derecha, más las patronales agropecuarias y algunos de esos sellos que abundan en el arco opositor bajo el mote de partidos políticos.   

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