lunes, 27 de mayo de 2013

¿Qué es la Cámpora?



Debe ser porque hace más diez años éramos marginales, escondidos en un bar escribiendo una publicación marginal, o porque desde una radio chiquita, queríamos cambiar el mundo, o por lo menos prenderlo fuego, y soñábamos con esto. Debe ser porque desde hace más de dos años soy padre, y desde hace casi el mismo tiempo, no tengo padre. Porque nuestro hijo fue con nosotros y pisó la Plaza por primera vez, llena de pueblo. Debe ser por todo eso y bastante más que, cuando vi pasar la columna de La Cámpora, me emocioné y como cada vez que me emociono, no dije nada, me quedé en silencio, no se notó.

Pero ahí estaba, La Cámpora, sin el cajetilla de Boudou, ni los funcionarios enriquecidos, ni los que estuvieron con Menem, y ahora están acá, ni los blakberris, ni los contratos. Tampoco estaban esos que ya consiguieron el cargo que querían y ahora, pedir que la realidad cambie, les parece pedir demasiado; esos con sensibilidad de pétalos de rosa, que ahora respetan el orden, las instituciones y se ofenden porque habría que entender que, desde que estamos en el gobierno, cualquier crítica es agresión. No estaban los que dejaron de escribir, ni los que dejaron de pedir.
Debe ser porque vi el rostro más real y determinante del proyecto nacional y popular: el barrio, el pueblo. La verdadera vanguardia de cualquier proyecto que se precie, si no de revolucionario, por lo menos de progresista. Y La Cámpora construye ahí, donde la pobreza y la desigualdad duelen. Y también construye donde le duele a Clarín, a la oligarquía, a la derecha, y eso es emocionante.
Tal vez sea verdad que el kirchnerismo llegará más allá de los kirchneristas, porque ese relato, esa historia viene de las entrañas mismas de la patria negada, del pueblo odiado, y avanzará mucho más allá de La Cámpora, las internas, las acciones conservadoras, porque no es su invención ni su descubrimiento.
Debe ser porque quiero seguir creyendo y creí en esos pibes que cantan, que saltan, que vienen del barrio y de la villa, detrás de una esperanza. Esos pibes que hoy, están en los diarios, en la tele y antes no estaban.
Debe ser porque estoy viejo, y porque ahí estaba Milo y la Vero, y porque a esto lo hicimos porque queríamos, en contra de muchos que aconsejan como quien cierra una puerta, como quien reza una verdad incontrastable, y no quisimos y seguimos y lo hicimos. En soledad, en disidencia, pero ya no. Debe ser por eso, y por muchísimas otras cosas, que cuando vi pasar la columna de La Cámpora movilizada, hacia esa plaza hermosa, llena de sol, de color, de alegría, me emocioné y, como cada vez que eso sucede, no lloré, ni se me llenaron de lágrimas los ojos, ni se me notó. Me quedé en silencio, mirando a Milo saltando, viendo pasar la gente.

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