lunes, 8 de abril de 2013

Y de pronto salió el sol



Todo nacimiento es traumático, lo aprendí de Vero Curvale, de su blog, y de la comunidad de madres blogeras, que conocí a partir de ella, madres para nada convencionales por cierto.

Algo irrumpe, algo se rompe, y de pronto la luz, que al principio nos daña los ojos, pero más tarde y rápidamente – como un rayo en un cielo sereno – nos descubre un mundo nuevo, mucho más interesante y vivo que el anterior. Pero es duro, es duro abandonar la tibieza y seguridad del vientre, es duro ver el mundo con nuestros propios ojos, y tomar decisiones que, sabemos, cambiarán las cosas para siempre, y más tarde tendremos que hacernos cargo de ellas, incluso poniendo nuestro propio cuerpo, siempre, en las decisiones importante, nuestro cuerpo está en juego. Lo otro es la muerte, y hay muchos que la proponen como solución al dolor y la angustia, la muerte de quedarte en tu casa, la muerte de trabajar y vivir correctamente hasta la muerte, la muerte de estar seguro, porque no jugás a nada, la muerte de la droga que anestesia, hasta quedar hecho un mamotreto lobotomizado que, por lo menos, ya no sufre, porque no siente; la muerte de no actuar a cambio del premio mayor: no correr riesgos, una palmada en el hombro por ser buen chico, sopita y a la cama.
Pero a algunos no nos queda otra que nacer para no morir. Lo sabemos quienes nacimos en diciembre de 2001, viendo a nuestros hermanos salir de sus casa para no morir de hambre y soledad, para que otros no mueran, y morir en la calle, frente a todo el mundo, sin vergüenza ni temor. Lo sabían los jóvenes que en los `70, nacieron para no morir ahogados y hacerlo de cara al sol, para sembrarnos a nosotros. Lo saben quienes nacieron con el dolor de la pérdida de Néstor, los que nacen con la muerte del Comandante de la Patria Grande y lo saben ahora, quienes nacen para ayudar en la catástrofe de la inundación, de la desidia. Esto es mucho más que una campaña solidaria, lo sabe CARITAS: nunca vio semejante participación y compromiso en ayudar al otro, como en los campamentos de los otros, de los militantes.
El nacimiento no es traumático solo para el que nace, los es para todos, par los que ven nacer, para los que ayudan a nacer con asignaciones universales, con incentivos, con medidas que abren puertas, con bienvenido compañero, con su experiencia, con su conducción, los que festejan el nacimiento; pero hay de los otros, para los cuales, el problema no es los que nacen con chaleco si no, simplemente, los que nacen, despiertan, lejos de la monótona canción de cuna a la que quisieron acostumbrarnos. De ahí la bronca, de ahí la ira, pero ya es tarde.   

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