miércoles, 10 de abril de 2013

El mundo marcha inexorablemente hacia el peronismo


No da para afirmar tal cosa, pero la erección de Bergoglio, como papa franchesco, argentino de nacimiento, da la impresión de haber llevado la interna peronista a escala planetaria, es decir, católica. En la argentina ni hablar. Descontado que la opo no se la para a nadie, y para colmo el radicalismo no termina de descomponerse. El peronismo copa la agenda, entonces, y la amnistía para los que siendo afiliados decidieron enfrentarlo en las últimas elecciones, es replicada, luego, por los radicales. Pero lo relevante de la vuelta bastante anunciada de los que se fueron, es que patenta el fracaso de la estrategia del caracol que quiso operar Busti. Se peleó con los amigos, se fue a los gritos y ahora le cuesta volver, De Ángelis lo toreó y logró instalarse, el Turco se cansó de los pruritos y pegó el salto. La aventura del Peronismo Federal terminó hace tiempo. Busti fue por todo, apostó a que se llevaba puesto el partido, es decir, que donde él estuviera estaría el PJ, y no le creyeron, fue parte de la batalla simbólica de acá, hace poquito, la que desató el kirchnerismo al interior del peronismo.


Busti, dijo que el kirchnerismo era la deformación trágica del peronismo, difícil volver de ahí, pero sus amigos pueden y lo hacen. En un momento de difusión masiva del viejo argumento de la política antipolítica que siempre está volviendo, los partidos políticos se preparan para las PASO, donde parece, habrá interna. Promueven la inclusión de las diferencias y, aunque para el PJ sea el retorno de los impresentables, fortalecen la vida partidaria, la vida democrática.
La mayoría de los militantes peronistas, se quedaron en el peronismo, y a su vez el partido creció en afiliados en la provincia de la rebelión agraria. Quienes creían que con su personalidad conquistarían el electorado pejotista, se equivocaron y el tiempo no les dio la razón, no construyeron, masivamente sobre la supuesta diáspora peronista, si no sobre el escenario opositor fragmentado, volátil. Es decir, el peronismo kirchnerista, ganó esa batalla simbólica en torno a si el peronismo era o no kirchnerismo, batalla fundamental para el kirchnerismo.
Los militantes entendieron que el kirchnerismo es el mejor gobierno peronista después de Perón y Evita, como suele decir José Cáceres, que fue el presidente del PJ tras la renuncia de Busti, y tuvo que comandar en medio de esa tormenta, apuntando al retorno de la mística peronista; tomando la posta en la discusión sobre donde debía estar el peronismo, si con la Sociedad Rural o con Cristina; abriendo las puertas del partido al tremendo proceso de retorno a la política de nuestra sociedad; y, sobre todo, militando y convenciendo de que el peronismo estaba acá, con Néstor, Cristina, con la Patria Grande. No le faltaron argumentos, pero en medio del conflicto por la 125 otro era el cantar.
El vicegobernador sabe lo que es soportar una conducción con la que no se está de acuerdo y dar la pelea, a veces, en el desierto. Lo hizo cuando Carlos Menem, sí que vaciaba la marchita, el escudo, las 20 verdades, la militancia y el país. Lo enfrentó, se junto con el Pilo Bordón, pero no se fue del partido cuando este planteó hacerlo, porque al militante peronista le pesa en el cuarto oscuro votar a otra escudería, lo siente como una traición. Y también por eso fue uno de los más duros en la discusión con el FEF, no compartía, pero entendía que la acción era ir a internas, no abandonar.
Ahora están de nuevo, y todos se entusiasman, lo dejan de lado por un rato a Scioli, a De Ángelis, y vuelven a pensar en las internas, que llegado el momento serán definitorias para el proyecto nacional y popular.

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