miércoles, 17 de abril de 2013

Guerra de guerrillas


La dura, incruenta y despiadada lucha entre el periodista independiente, Jorge Lanata, y Jacobo Winograd, las Calabró y “lo dejo a tu criterio”, no hará derrumbarse al gobierno de Cristina, por el momento; hay anuncios que para el próximo programa habrá nuevas y espectaculares denuncias. Tan pronto como explotó, la bomba de humo, el humo, se dispersó por el aire. Eso sí, dejando cierto tufillo a corrupción en el ambiente. Lo cual causará dos cosas 


que cambiaran para siempre nuestra miserable existencia: los opositores al gobierno, adherentes al discurso de guerra de Clarín y La Nación & Company, corroborarán sus sospechas fundadas en esos medios, de que el gobierno de Cristina es evidente y obscenamente corrupto, lo dijo este chico, el de la tele; los partidarios, militantes y simpatizantes del oficialismo, corroborarán sus sospechas e incrementarán su certeza de que desde Clarín, entre ellos, principalmente Lanata, conspiran todo el tiempo para golpear a Cristina. Sucede que el marido de Carina, luego dijo todo lo contrario de lo que le dijo a Lanata, en un programa de chimentos. Es decir, su auto derecho a replica, lo hizo con Rial, que también habrá medido muy bien ese día. 23 puntos de reitin, un domingo, para Jorge, que venía de una pobre actuación el año pasado, es un golazo, y apuesta a medir 30 el próximo domingo, mientras contabiliza en su programa de radio la cantidad de menciones que tuvo el tema en las redes sociales, otra de las obsesiones de los massmediáticos. En un contexto donde el papa franchesco y La Inundación en La Plata, parecían haberse tragado todo, Jorge renace. Vuelve a ser el que fue en tiempos de De la Rúa, de Menem, sólo que con otros argumentos y desde otra posición ideológica, discursiva. Me hizo acordar a una entrevista políticamente incorrecta que Lucas Carrasco le hizo a Pablo Sirvén, jefe de redacción de La Nación. Lucas le recriminaba la falta de fuentes y de verosimilitud de una nota de una camporóloga de ese medio, a lo que Pablo respondía que, esa nota, anduvo muy bien, midió bien, haciendo un resumen de cantidad de entradas al sitio y menciones en las redes.
El raitin manda, y va a caballo de los supuestos intereses de la población, que con la elección de tal programa, realizan una especie de sufragio democrático que marca la tendencia en contenidos. Hay que pegar, medir, sumar, llegar. Los expertos, los especialistas, no tienen espacio en esa arena, porque no miden, a menos que acepten las reglas del juego: segmentar, reducir, simplificar, yo tomar posición. Si midió bien, entonces está bien, es la moral del medio. Porque las visitas al sitio, los puntos de raitin, las menciones, significan guita, más guita para el que las consigue. Esa lógica mercantil atraviesa los medios, prefigura su línea editorial, pretendidamente independientes. 

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