miércoles, 7 de agosto de 2013

Cuestión de estilos



La objeción estética al gobierno provincial y nacional, es un aburrido caballito de batalla de la oposición. Más allá de que la estética es una rama menor de la filosofía, suele ser el salvavidas de los mediocres: ante quien hace las 

cosas bien, le va bien, nos causa envidia, siempre tendremos la salvación de la objeción estética. No me gusta, no se ve bien, etc.
Pero en la campaña se ven los pingos, o algo así: todo el arco opositor concentró su leit motiv de campaña técnica en fomentar la división que rechaza, violentar a los violentos, denostar al adversario que en un futuro gobernado por ellos, debería ser tratados como un hermano, pero no por ahora. Todo eso con un pésimo gusto y con mensajes tan ambiguos y entreverados, como convenientes. Sin embargo, la campaña nacional como la provincial del oficialismo, no avienta discordias, ni difunde la grieta que atravesó el Colón, sino que propone un sueño o plantea elecciones.
Más allá de que, el afiche de Un sueño entrerriano, no sale bien parado de un análisis semiológico, el slogan es muy bueno, no propone divisiones, sino que nos engloba a todos en un sueño que es el de colocar a un entrerriano en el gobierno nacional. Además, a pesar de los egos en guerra, la campaña virtual de Urribarri es excelente, por lejos la mejor de entre sus adversarios. Deangelis se le acercó, compró paquetes para inflar su fan page vertiginosamente, atiborró de mensajes y propagandas las redes, tanto que terminó invisibilizándose y hartando. Dicho sea de paso, en política, si no tenés construcción real, votos, no hay Durán Barba ni guita que ayude. Esa es una de las barreras que le impiden a Macri salir de la municipalidad de Buenos Aires.
El candidato radical, Atilio Benedetti, propone equilibrio apagando la tele donde Cristina habla por cadena nacional y se refiere de un modo ambiguo a la coparticipación y a la situación de sus colegas: los patrones del campo subsidiados por el Estado. El tono de voz y el modo de hablar, remite a De la Rúa…
Ni que hablar del socialismo, en todas sus vertientes internas agitan consignas de derecha, un paso al frente (soldado), un país normal y fachadas por el estilo, ratifican las razones de su expulsión de la internacional socialista.
Por su parte, la izquierda local, expresa sus ideas en realidad quejas, con un anacronismo notable: dos pibes dicen que los echaron del algún lugar por besarse en público en el primer país de América Latina que implementó el matrimonio igualitario, reconoció derechos de identidad sexual y avanza en la materia; una chica dice que no tiene derechos por ser mujer en un país gobernado por una mujer en una ciudad ídem. Un grupo de pibes pescando en un arroyo se quejan de la contaminación que provoca el cultivo de los integrantes de la mesa de enlace que ellos apoyaron contra la 125; las termas inexistentes en Paraná y el fraking en duda en la provincia. Todo esto, en un spot televisivo que sólo aprobaría un trabajo de primer año en la Facultad de Comunicación Social, desechando una larga tradición que indicaría que la creatividad, los sentimientos y los pensamientos sublimes estarían del lado de la izquierda. Es comprensible, para quien su mayor ambición es sacar más del 1,5 para pasar a octubre, y duda de esa posibilidad, no vale la pena gastar pólvora en chimangos.

Por último es notable la diferencia de estilo entre Urribarri y el resto. Comparalo con Binner, con Benedetti, con Deangelis, o con Massa si querés también. Les saca varios cuerpos de ventaja en carisma: corre, baila, canta, cocina, se mete al agua, se revuelca en el pasto y gobierna. Les pinta la cara, el resto parecen momias, no te la paran ni a garrotazos. En ese sentido, se acerca a Macri, sólo que con más argumentos y audacia, y a este no le sopla la letra Durán Barba, es así, y la gente le cree.

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