lunes, 12 de agosto de 2013

Planta permanente



Suena raro, pero tener trabajo estable a los 33 años, puede ser la confirmación del fracaso. Para cualquier persona de edad avanzada o incluso contemporánea, la planta permanente, la estabilidad laboral, es un logro, casi una situación a la que quien cumple 20 años aspira, y quien lo consigue a los 

30, celebra. Pero también puede ser una situación angustiante, casi deprimente, si soñaste mucho.
El logro de la planta permanente, como suele denominarse en el Estado a la estabilidad laboral definitiva, es todo un presagio: te convertirás en una planta de manera permanente, indefinida, hasta que te jubiles, y así terminen tus días. Parado desde aquí, desde mis 33, digo, da vértigo la inmensidad de tiempo que hay que atravesar, hasta los 65, ponele. Pero 32 años antes, ya sabes donde vas a estar, qué vas a hacer, cuanto vas a cobrar, todo tiene una medida más o menos precisa y estable en el tiempo. Eso que la humanidad construyó para salvar la angustia de la contingencia, de lo inesperado y lo desconocido, apesta. La única salida es la renuncia, pero debe ser una renuncia racional. Es decir, la única forma de que quienes te rodean entiendan tu renuncia, no decidan declararte insano, es que vas a un mejor trabajo, un mejor sueldo, pero pasando los 30, uno no puede dejar un trabajo y enseguida tomar otro, creo, en ninguna parte del mundo.
Aducir razones existenciales, metafísicas, para renunciar, en esta sociedad capitalista, te pone a tope en el ranking de pelotudos a manija, y ni tus hijos entenderán la épica en tu accionar. Así de alienado está el hombre, no? El trabajo es central, determinante, hasta incluso para la formación de la identidad de los sujetos, sin embargo, Carlitos Marx, desde su inefable lucidez nos dice que el trabajo asalariado es lo menos humano de los humanos, lo menos subjetivo de los sujetos, lo menos interesante de la vida.
Parado en el dintel de la vida, observándola desde el campo desolador de la muerte, nada tiene mucho sentido, menos el trabajo. Esfuerzo, sacrificio, frustración, disciplina, encierro, para nunca alcanzar nuestros sueños, para dejar de perseguirlos, sosteniendo una sociedad para que siga existiendo cuando dejemos de existir y nos perdamos en el infinito anonimato de la historia de las sociedades, las civilizaciones, los países.

Para quien creyó que su piso era la cumbre del mundo, su razón de ser las utopías y los sueños, su destino el de los grandes hombres, lograr la planta permanente, saber que vas a terminar convertido en un oficinista gris, de sonrisa fácil, porque es así, cuando uno está en un punto intermedio, en la apatía total, es muucho más fácil sonreír ante cualquier cosa, aún ante la nada, conseguir la estabilidad laboral, pasar a ser planta permanente, es simplemente devastador.

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