jueves, 9 de enero de 2014

La hora de los fierros



En el conflicto con las policías bravas de Entre Ríos, el gobierno está obligado a quemar los papeles. Los acuartelados no advirtieron de la carencia absoluta de legitimidad del acuerdo sellado con los fierros en la mano y foto para el facebook, y ahora entran en la desesperación. El retorno a los cauces razonables del planteo es arduo. De movida porque lo que se tiene que esclarecer es el delito cometido por los uniformados. El planteo salarial queda en segundo plano, es más, está deslegitimado en el mismo momento en que se apela al acuartelamiento para realizarlo. En un estado de derecho, lo que sucedió en Concordia es cualquier cosa menos un reclamo salarial. Y el camino es arduo porque termina con los funcionarios policiales con poder de mando en



la fuerza,  frente a la justicia. La policía es una organización jerárquica, lineal y verticalista en los papeles, pero se sabe hay ranchos y caciques en la práctica. Como se vió, esos feudo se tornan ingobernables.
Postergar el enfrentamiento para que la justicia pueda actuar antes de avalar cualquier reclamo salarial planteado mediante los fierros requiere valor pero es el camino necesario, aunque se sabe, la guerra se posterga sólo en detrimento de uno mismo.
Concordia sigue siendo un territorio chúcaro y la opereta de los ratis blanqueó una interna en la básica del PJC (Partido de Jesucristo), con dos comunicados en dos días, el segundo para decir que el primero no dijo lo que dice, ahora sin la burguesía comercial abajo firmante.
A todo esto, los policías no parecen aún haber tomado cuenta de la gravedad del asunto, que no consiste precisamente en que finalmente al aumento se los dará el Ejecutivo en los términos que el Ejecutivo considere. Mandan a sus esposas a meter miedo a los supermercados, arman una choripaneada frente a la casa del Ministro de Justicia.
La cana no es un subordinado más del Estado, es el principal subordinado, porque el monopolio de la fuerza física, es su pilar fundamental, y el Estado, en esa situación no puede tender a otra cosa que someter a la fuerza y ponerla a sus ordenes nuevamente. Sin condiciones. 

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