lunes, 1 de julio de 2013

Mi manifiesto Feminista



La sociedad, la familia, ya no es la misma, desde hace un tiempo. Entonces había que construir una nueva mirada en torno a la maternidad, emancipada de la mirada del hombre, y esas nuevas significaciones son las que se cuelan, como siempre, por entre las grietas de lo viejo y anquilosado. Una nueva mirada, traiciona, porque crea nuevos imaginarios, ofende e interpela, porque es nueva y creativa. Para crear lo nuevo siempre es necesario traicionar. A los viejos consejos de madre, a las normas presentes y pasadas, a los mandatos sociales.

Desde hace un tiempo, con Vero como guía, trato de acercarme a ese mundo nuevo que es la maternidad según las madres, buceando en ese mar de voces que son los blogs y donde EstaqueteparióAngulita y Remalamadre, surgen con mayor nitidez, bah, son las que más leo. Leo y me avergüenzo.
Son antimadres, no porque estén en contra de la maternidad, si no porque palabra a palabra van demoliendo ese afelpado imaginario color rosa pedorro que muchos tenemos de la maternidad. Son madres, y qué madres. Hay allí un dispositivo político que subyace en los relatos, que motiva el complejo arte de escribir y que es la conciencia de las diferencias de género que las mujeres han tenido la valentía de poner sobre la mesa. A un duro y terrible costo, el asesinato, la violencia real y simbólica, lo que me avergüenza de mi condición de hombre, en la que estamos tan inmersos.
La mala educación de nuestros mayores, nos enseñó a ser hombres, machos, machistas, no a ser padres, pareja. De ahí cierta carencia afectiva, de esa carencia afectiva la violencia como respuesta.
Intuitivamente, siempre me molestó esa postura de supermachoscojedorestodosmentirosos de mis amigos, esa violencia intrínseca en las relaciones entre varones, esa constante y casi homosexual autoafirmación de la masculinidad. No creo que el machismo sea solo otra manera de pensar, de ver las cosas, considero que el machista es un ser que aún no ha evolucionado de manera acorde a su tiempo, y mucho menos a la par de la mujer.
De instrumento de dios para ejecución de su obra creadora, la mujer pasó a ser creadora, a trabajar a la par del hombre, aunque cobre menos, aunque no a criar a los hijos a la par del hombre, que siempre es incompleto en esa materia.
Hay cierta acción contrahegemónica en el acto de escribir la maternidad bajo la mirada femenina. El poder que se ha ejercido siempre sobre los cuerpos, se enfocó enérgicamente sobre la maternidad y a medida que la mujer fue reconquistando ese espacio político y cultural, fue haciendo saltar los moldes hegemónicos de la madre dedicada a la crianza de los hijos y la atención del marido. Esa madre que nos transmitían las revistas del grupo clarín y Maru Botana, simplemente no existe, y no existe porque dios ha muerto. Porque la mujer se va readueñando de su cuerpo y con eso lo transforma todo, ya la familia no es necesaria para la continuidad de la especie –nunca lo fue– y a partir de la Ley de Fertilización Asistida, el acto sexual tampoco será necesario. El hombre así, es abandonado a su necesidad de resignificarse y demostrar que es realmente útil para la humanidad, no sólo por ser portador de espermas o por aún ejercer el monopolio de la violencia.
Si dios ha muerto, esta es una tierra de dioses, donde la batalla que se da, no se basa en la tradición, las costumbres, la moral, si no en cuales son los poderes de cada uno. Mientras existan espacios de poder colonizados por el machismo, el hombre se mantendrá a resguardo, pero no por mucho tiempo. La bendición será que con el avance de la mujer en el reconocimiento de sus diferencias de género, con la femeinización de todo, también los hombres comencemos a encontrarnos con nuestra parte femenina, y yo muchachos, viejos amigos de chotas manoseos y conversaciones misóginas, en esta estoy con ellas.

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