Los paranaense, los entrerrianos, tenemos cierta actitud
contemplativa, heredada del río, de Juanele, que se yo, pero es cierto, somos
distintos, mas callados y quietos que los porteños, ponele. A mi me gusta eso,
me gusta ir a recitales donde el paranaense típico te hace pesar su mirada,
atenta y silenciosa. Ahí te quiero ver señor artista. Acá no están los fanáticos
que con
sus gritos y amor incondicional te perdonan todo, no no, acá si
pifiaste una nota se escucha hasta en la ultima fila. Acá nos damos cuenta de
lo mal que cantas y no te vamos a llenar de abrazos y elogios antes del show.
El paranaense típico tiene esa actitud de, bueno, pagué la
entrada, hacé lo tuyo, yo vengo a ver el show, no a hacerte el laburo. Y qué
quieren, eso me encanta. Pero hace bastante que no iba a un recital, menos de
rock. Desde que el Indio es millonario, Ataque 77 vive en un country y Charli
se rehabilitó, el rock dejó de ser lo que era. Yo, de joven, era bien rokero,
pero después se me pasó, crecí, esas cosas. Mucho de lo que escuchaba ahora me
parece absurdo. Sepultura, Ratos de Porao, Brujería, no comprendo qué
encontraba en eso, pero bueh. Crecí, decía, y ya casi no escucho rock, pero el
recital de Catupecu Machu era gratis, entonces fuí. El tipo, el cantante digo,
parece que no sabía bien donde estaba, en que ciudad, entonces todo el tiempo
nombraba la provincia de Entre Ríos, calculo para que no se note que no se
acordaba cómo se llama está ciudad. Hasta ahí normal, todo bien con la droga. Pero
ya cuando el tipo empezó a insistir con arriba Entre Ríos, vamos Entre Ríos, y
todo eso, ya me rompió las pelotas. Porque, si querés que le ponga onda, ponela
vos primero, no? Yo que culpa tengo si lo que haces no me mueve? Es una buena
banda Catupecu Machu, pero tal vez no la que prefiere nuestro público. “Me hizo
sentir un infelíz”, me comentó el poeta Zolo, y sí tiene razón, quién carajo es
este chabón para venir a decirme lo que tengo que hacer? Si querés pegar onda andá
al Humito, no sé. No podés ir a un recital con alma de coordinador de viaje a
Bariloche, la gente no se mueve, no tiene ganas, punto, hace lo tuyo que para
eso te pagan. “Bajen la bandera” ordenó el rockero, los pibes ni bola, “bueno hágansela
bajar ustedes” ordenó y unos boludos que estaban ahí los apretaron para que
bajen la bandera, dicen que les metieron unas trompadas. Ah bueh, pensé,
resulta que vengo a un recital de rock para que el tipo me ordene la vida, para
eso lo prefiero al padre Matiachi, tiene más pinta de predicador por lo menos. Entonces
comprendí porque ya no voy a los recitales, el rock ya no es lo que era, y yo
tampoco.
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