lunes, 8 de julio de 2013

La juventud será joven o no será nada



“Lo bueno de que haya jóvenes en las listas a diputados es que eso nos va a garantizar que se van a discutir las leyes de aborto seguro, legalización de la marihuana y avanzar hacia el Estado Laico”, dice Vero Curvale en un tuit y, a riesgo de quedar como un pollerudo, digo que tiene razón. Porque si algo le puede aportar a nuestra política un número importante de candidatos jóvenes es precisamente su juventud.
La integración a la lista de diputados de Carolina Gaillard y Jorge Barreto, 

menores de cuarenta, con chances firmes de ingresar a la Cámara de Diputados de la Nación, más la de Lautaro Gervasoni, en un espacio más testimonial, pero como un gesto de gran relevancia, hizo que la actitud del Pato sea leída como una ratificación de su intención de incluir a los jóvenes de la provincia en espacios de relevancia política, tanto provincial como nacional. Es de destacar que en el resto de los partidos, los jóvenes no saldrán de los lugares marginales en las listas.
Esto es muy bueno, en tanto y en cuanto, los jóvenes lleven su juventud allí donde vayan. Entendemos que la juventud está más cerca de la esperanza, de la pasión, del arrojo y las acciones desinteresadas, dicho esto de manera genérica. Además, estos jóvenes tienen un plus, ven más claramente los límites de nuestra democracia. Para una persona de alrededor de cincuenta años, que nació o fue educada y creció en dictadura, la democracia es todo bondad, para decirlo de alguna manera. Más precisamente, los aspectos positivos de la democracia, le diluyen los límites que esta pueda presentar a la hora de profundizar el proyecto. Para los más jóvenes, la democracia es un piso, que conoce aún en sus aspectos más complejos.
Pero aún más, son los jóvenes los que pueden romper más fácilmente con los esquemas de la dominación tradicional, como pueden ser la prohibición de consumir marihuana, de abortar, por nombrar los mencionados, sustentados ellos en la autoridad que le otorgan las sociedades a las prácticas repetidas durante mucho tiempo. Las tradiciones, para los más grandes revisten un cariz de santidad, por lo tanto, cuestionarlas requiere la pesada labor de cuestionarse a sí mismos, cosa que los jóvenes pueden realizar más livianamente. Lo mismo sucede con el carácter católico del Estado, que se sustenta, como el mismo poder de la Iglesia, en la simple e irrazonada tradición.
Pero en el aspecto más racional del Estado, es decir, la burocracia, los jóvenes también  pueden aportar lo suyo: su impulsividad y afectividad, es la que les permite ver la frialdad y deshumanización del necesario aparato burocrático. Y pueden plantarse que la burocracia es una herramienta de la que hay que servirse, diferente a la conciencia que puede tener un empleado de carrera para el cual, el trámite administrativo, sostiene el mundo. Sin reventar los esquemas de esa organización, los jóvenes pueden tener una mirada más flexible, política, digamos, respecto a la burocracia y sus limitaciones.
Entonces es de festejar la incorporación de menores de cuarenta años a cargos legislativos, siempre y cuando, estos sigan siendo jóvenes. Por ejemplo, el PRO o el PPR, podría tener los jóvenes que quiera en sus listas, si hubiere voluntad política, pero los acotados márgenes ideológicos en que suele moverse la derecha, haría que el aspecto más juvenil de los jóvenes se vea atenuado rápidamente. Lo mismo sucede con un profesional egresado de la UCA, su comprensión epistemológica es más acotada debido a preconceptos de carácter moral religioso, los cuales ponen límites a la racionalidad y a la imprescindible empatía con el otro que no católico.

Entonces, la juventud, su incorporación a la política es de gran relevancia en tanto y en cuanto, siga siendo joven y no termine anquilosada por viejas mañas, nuevos privilegios y por la fuerza conservadora que sostiene el poder. Siempre y cuando, como decía Vero, tenga la valentía y rebeldía necesaria para darle nueva energía a debates imprescindibles como la legalización del aborto y del consumo de marihuana, la lucha contra el feminicidio, la democratización de la justicia y la separación de la iglesia del Estado, entre tantos otros. 

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