viernes, 13 de diciembre de 2013

Hay que cortarla con la boludéz del feibu



Los recientes acuartelamientos de las policías bravas provinciales, dispararon las alarmas en diferentes sentidos. Se intuye, detrás del reclamo salarial uniformado y armado con saqueos concertados y zonas liberadas, se desenvuelve una complejidad acechante. Es necesario ir al hueso, encontrar a los culpables, que no son los saqueadores y tal vez, ni siquiera los policías de paro. Se extiende entonces un intenso abanico que va desde la pobreza estructural, pasando por las complicidades policiales con el narcotráfico y su retardada democratización, hasta los paralelismos y similitudes con el intento de golpe de Estado contra el presidente 

Rafael Correa en Ecuador. Y la cosa, creo, tiene un poco de todo eso. Después de todo, la realidad no es más que lo que ponemos en ella, como el muro de facebook. En ese abanico, están los boludos que van presos por publicar cosas saqueadas en sus muros, o los que por diferentes motivos trataron de echar leña al fuego publicando declaraciones incendiarias y realizando convocatorias al voleo desde esa red social.
El diputado entrerriano del bloque Recuperación Peronista, que llegó a su banca con el Peronismo Federal, Rubén Almará, tuvo una idea. Cortar las comunicaciones en caso de “conmoción interna”. En realidad su propuesta no pasa de una carta de intención enviada al Poder Ejecutivo de Entre Ríos, para que este solicite, llegado el momento, la interrupción del servicio de internet en toda la provincia. “Porque hay que cortarla con la boludez de las redes sociales” – argumentó en su programa de radio –, a las que entiende, según su publicación en su pagina de internet como una nueva “modalidad criminal que se está gestando en las redes sociales, la cual confluyó en hechos lamentables que van desde el vandalismo, disturbios y tensiones, situaciones de emergencia y conflicto armado, hasta el peor desenlace, cobrándose la vida de ciudadanos ante los enfrentamientos en diversos puntos del país". Más o menos, el problema serían las redes sociales, o no. En todo caso la diversidad de manifestaciones existentes en las redes sociales.
Lo más paradójico de todo, es que Almará, desde hace mucho, hace programas de radio, tiene una radio. Y desde allí instaló una modalidad de programa no muy promocionada en Paraná, que consiste en sacar al aire las llamadas durante los programas. Sin filtro, en crudo, los mensajes telefónicos pasan directamente al aire y son atendidos por el conductor. Casi lo mismo que facebook o twitter, pero por radio. Esa es prácticamente la razón de cierto éxito en los medios locales y este, a su vez, el motivo de su incursión en la política.
El pedido del diputado, además de presuponer que hay una reacción inmediata, sin reflexión posible, casi una actitud de autómata en quienes navegamos en las redes sociales, nos informamos y comunican a través de ellas, encuentra una función absolutamente negativa en el uso de las redes. Ello lo basa en su experiencia personal. El día posterior a los saqueos en Concordia, en Paraná, cundió el pánico. La policía estaba en actitud de protesta, quería llegar al mismo arreglo que sus pares de Concordia, y avisaba a los comerciantes que iba a haber quilombo, así uniformados, como parte de los servicios prestados. Entonces decidió cortar la emisión. Su radio, que tiene un buen nivel de audiencia en la ciudad enmudeció. El argumento fue que ese día, el facebook radiofónico, es decir, las llamadas telefónicas al aire, se multiplicaron dando información falsa respecto a los saqueos, lo mismo en las redes sociales que el medio y los que allí trabajan utilizan. Esa misma medida, sería aplicada a toda la provincia, de ser tenido en cuenta el pedido del diputado Almará.  
Obviamente, tengo facebook y twitter, me enteré por allí casi en el mismo momento en que sucedía el conflicto en Concordia. En mi muro de facebook, nadie me convocó para ir a saquear a nadie, ni me acusó de nada, ni publicó información falsa. A esa la fui a buscar yo solito, porque me interesa estar informado. La mentira en los medios de comunicación es parte del mensaje, mucho más importante tal vez, que aquella información que se denomina objetiva.
Sucede que las redes sociales no son infinitas. Uno no se comunica con todo el mundo por más que quiera. Lo que sí es cierto es que hay allí un gran flujo de información que hay que saber leer, con otras herramientas que no son justamente las de las redes sociales. Pero los contactos en las redes sociales se dan por afinidades, que no son las que se cultivan ahí sino afuera. La cultura, el idioma, los gustos musicales, las opiniones, la ideología, la posición con respecto a los más diversos temas, van haciendo su decantación y así se arman esas redes que al fin y al cabo ni son tan amplias ni son tan influyentes. Desde luego, son una herramienta de comunicación, sólo eso. Como una radio con feedback, como una radio con oyentes al aire. Cortar uno de los canales de comunicación, tal vez uno de los más utilizados y que de hecho está transformando el paradigma del periodismo, difícilmente calmaría la angustia y la psicosis de las personas en una situación de la gravedad de los hechos de los últimos días, porque estas son patrimonio de las personas y no de las redes sociales.   

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