martes, 5 de marzo de 2013

Se nos murió el comandante


Cuando nos enteramos, con Vero, quisimos venirnos hasta Paraná. No daba para quedarnos solos en casa. Cuando pasan estas cosas algo te empuja hacia afuera, a la calle, a los amigos. Nos sorprendió la cantidad de gente en la plaza. Abrí el facebook desde mi teléfono y ardía en comentarios, fotos, palabras y más palabras. Me acordé, creo que todos nos acordamos, de cuando murió Néstor. Parece obsesionada esta puta muerte en dejarnos huérfanos a cada rato, en cada esquina. Se nos murió el comandante, me envió Lucio en mensajito de texto, y esas pocas palabras me tocaron el alma, porque es así, sentimos eso, que se nos murió Chávez, se nos murió a los que seguimos fatigando el sueño de la Patria Grande, se nos murió a los pobres, a los oprimidos. Lo peor de Chávez no es haberse muerto, no es Venezuela sin Chávez lo peor, si no que se nos murió a nosotros, los que buscamos el mínimo destello para armar una esperanza, como se nos murió Néstor, también. Por eso la angustia, la ansiedad por salir a la calle y encontrarnos con los amigos a los que también se les murió Chávez. Se nos murió el mejor fusil de la Patria Grande, le respondí a Lucio, devolviéndole la emoción. Porque el comandante tenía eso, un ser excepcional, describió el compañero José Cáceres en su facebook. Él hablaba y a uno se le ponían los pelos de punta. Es un gran conspirador, y un buen revolucionario debe ser un gran conspirador, dijo una vez sobre Néstor, cuando ya habían dado por tierra con el ALCA, ellos dos, y amanecía el ALBA. Y pensé que esas eran una de las cosas más hermosas que te podían decir, si sos militante. Chávez era un gran revolucionario. Se dio el gusto de decirle a la cobra fría de Condoleeza Rice, condolencia, y ya la morocha no pareció tan fría, ni tan cobra, más bien chistosa, ridícula. Es que Chávez tenía eso de decirle al rey de España que aquí no se le tiene ningún respeto, y demostró que los gringos del norte, no sólo no tienen corazón, tampoco tienen huevos y lo único que les importa es la guita y el petróleo. Ay, esos tipos no nacen todos los días. Porque decirlo lo dice cualquiera, pero Chávez te lo hacía sentir. Es lo que más detestaba esta derecha maricona que ahora se regocija diciendo que murió un dictador. Porque tal vez, Néstor y Cristina, cambiaron mucho más a la Argentina que Chávez a Venezuela, pero ese moreno tenía una lengua endemoniada que les hacia picar el lomo a estos cipayos que lo único que pueden hacer es festejar la muerte. Me hacía acordar a un amigo del barrio, guapo y picante, pero con un gran corazón, y eso que no lo conocí, pero que importa, después de todo, los demás no son otra cosa que lo que nosotros queremos que sean. Y queríamos que Chávez sea inmortal, invencible, y que su lengua no se callara nunca carajo, que les dijera a todos los hijos de puta del mundo lo hijo de putas y cagones que son, que acá hay pueblo, que hay proyecto y que estamos de pié, pero llegó la muerte y ahora tendremos que decirlo nosotros, otra vez, como con Néstor, a tomar la posta de los grandes. Se nos murió el comandante y tal vez por eso, después de la plaza, de charlar con los amigos, no quisimos volver a casa con Vero, no todavía, hoy nos va a parecer más fría y sola.

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