martes, 8 de abril de 2014

Tras la nueva oferta del gobierno los docentes profundizarían su plan de lucha



Me ha sucedido, desde que curso el profesorado en historia en la UADER, además de ser puteado en reiteradas oportunidades por peroncho oficialista patrioterista populista chauvinista, como me dijera alguna vez su santi Gustavo Lambruschini en el Coliseo de la facultad de comunicación social, presenciar la siguiente escena: ¿Porque decidiste cursar una carrera docente? Pregunta el profe al tímido ingresante. 


Porque es una salida laboral y un título universitario, responde, casi invariablemente el/la estudiante. Uno espera ansioso la respuesta iluminada del docente pintado con los colores de la lucha contra toda autoridad y a favor de la igualdad internacionalista, un memorable discurso capaz de partir en dos la historia y marcar un nuevo rumbo hacia el socialismo, con las banderas de Paulo Freyre, Carlos Marx, Miguelito Baukunim ondeando al sol o no. Pero no, la pedestre respuesta del docente suele ser: es una profesión mal paga, se cobra poco, se trabaja mucho. Ni una sola mención a la vocación, al carácter revolucionario de la educación, a la libertad que el conocimiento acarrea. Todas esas banderas quedan en la puerta del claustro, al otro día de lo que el viento se llevó.
Y el gobierno provincial acaba de hacer una oferta a los docentes en lucha que, uno espera, dará comienzo a la lucha verdadera. La propuesta del gobierno provincial, lleno de delincuentes y obras virtuales, según los cánticos de ayer nomás, no consiste en decretar la patria liberada, ni siquiera la reforma agraria. 5 mil de salario mínimo a partir de agosto, muchísimo más de lo que cualquier laburante que recién ingresa a un empleo legal puede aspirar a llevarse al bolsillo, y la posibilidad de reabrir la negociación en el segundo semestre de este año. Algo así como el 34% de incremento salarial, que equipara los sueldos de los docentes entrerrianos con los boenaerenses y supera la media nacional. Una gran conquista para los trabajadores, aún para los que se encuentran con licencia, que incluye no descontar los días de paro que coartaban el derecho a huelga.
Durante el conflicto, los docentes, con los tapones de punta apretaron a fondo el acelerador, truncaron la posibilidad de los gurises de comenzar las clases nuevamente en tiempo y forma y llovieron las denuncias de cloacas desbordadas, condiciones inhumanas para dar clases, aulas que se llueven, barrios inseguros, falta de materiales, ausencia de bancos; y todo ello ponía en duda la pertinencia de las aspiraciones presidenciales de Sergio Urribarri. De hecho, si los apurabas un poco, ponía al desnudo la falacia de la política de DDHH del gobierno nacional y marcaba claramente el fin de ciclo kirchnerista.

Ahora, con el terreno desbrozado de las dudas que genera una cuestión salarial de por medio, se espera que la lucha de los docentes radicalizados que encabeza el gremio de Paraná, recrudezca sus acciones para ir por lo muchísimo que falta.      

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