jueves, 20 de marzo de 2014

Sumó naranjas más bananas y le dio zapallitos



La vedette rutilante en este escenario de relatividad casi absoluta que roza el vale todo en los medios son las encuestas insertas en páginas web. Es un programita que se carga en un sector de la página, los lectores votan con un clic, y así se deducen intenciones de votos, humores del público, consultas populares sobre temas variados. Una truchada total.

Una encuesta seria, más allá sobre su discusión de si miden o no la realidad, se basa en cierta complejidad de la muestra primero. Ha de tenerse en cuenta la segmentación por edades, género, ingresos, espacio geográfico, filiaciones religiosas, ideológicas, etc. esas son las que realizan consultoras que invierten importantes sumas de dinero en el relevamiento. El otro paso es el procesamiento y análisis de esos datos, de los cuales se desprenden conclusiones nunca determinantes. Un proceso complejo en cuya elaboración y análisis, concurren profesionales, generalmente sociólogos. Todo ello borrado de un plumazo, o mejor dicho, con un clik, por las encuestas de las páginas web.

Algunas consideraciones. Una página web medirá la intención de votos de sus lectores y no de la sociedad. No se sabe cual es la base, la cantidad de cliks que se requieren para transformar votos en un punto porcentual de la encuesta. Eso depende de un calculo interno del programa que desconoce cual es su conglomerado, no lo puede saber de antemano, salvo que se le suministre un promedio de lectores de esa página para establecer la base de medición. En ese caso poco importa cual sea el resultado de la encuesta. Y los encuestadores web, con cero costos, te cuelgan una intención de votos que no se sabe bien de qué está compuesta. Eso da lugar a situaciones chistosas, en algunos casos, ridículas en otros.
Hace poco, la página local lavoz901.com.ar midió candidatos a intendentes del peronismo en la ciudad de Paraná. En ese caso se publicaba el número de votantes, que resultó ser de 45 mil personas. Más o menos los que votan en la ciudad en una elección general para cargos ejecutivos. Pero este no es el dato más curioso, para decirlo de algún modo. En la encuesta se medía entre el resto al dueño de la página y de la radio de la que a su vez se alimenta la página, que tiene intenciones de ser candidato a intendente. Claro que el dueño de la pelota ganó por una exagerada ventaja, podría haber sido elegido campeón mundial de ajedrez, lo mismo da. El dueño de la página competía contra ex intendentes y figuras de primera línea de la política local…
En otra página, informedigital.como.ar buscando cierto efecto de verosimilitud, fundamental en cualquier relato que pretenda aunque más no sea de manera tangencial cierto contacto con la realidad, se agregan los datos porcentuales, infaltables en las encuestas serias, del segmento de los no sabe/no contesta. Paradójicamente, ese agregado, rompe con la verosimilitud del programa de computación, ya que es poco serio considerar que un lector, teniendo a la vista los candidatos que se están midiendo, realiza el proceso de ingresar a la votación, verificar su votación, solo para poner que no sabe y no contesta. Ese segmento en la encuestas realizadas por encuestadoras, está destinado a las que se hacen puerta a puerta, y se incluye allí a los que habiendo sido visitados, se niegan a participar en la encuesta. En el caso de la página mencionada, la negación de participar en la encuesta no podría ser registrada, ya que el que no quiere votar, simplemente no vota.
Por último, está aún colgada, una encuesta en paginapolitica.como.ar donde, por empezar, si se suman los datos porcentuales de los candidatos que se mide, da 101 0 102, o sea… En el momento en que fue subida esa encuesta, digamos el programita de computación, algunos candidatos aventajaban considerablemente a otros. Le consulté a un amigo, experto en informática y docente de la UADER, si era posible manipular esas encuestas. La respuesta contundente fue: si. Y me decía que es probable también subir la encuesta ya cargada, esto quiere decir, con votos ya computados. Y agregaba, si eso es así, te vas a dar cuenta porque en algún momento el equilibrio de los datos se va a romper, va a comenzar a dar un número superior al 100%, lo cual es un error del sistema al comenzar a operar con datos ya cargados. Pocas horas más tarde eso sucedió, la suma de los porcentajes daba 102% a las 22:00, en estos momentos eso fue subsanado de alguna manera por el programador aunque no de manera eficiente, da 101%.   
Desde luego que nadie considera con seriedad estas encuestas, ningún dirigente que piense seriamente en competir en alguna elección puede tomar en serio los resultados de estas encuestas que buscan generar cierto efecto en la opinión pública. El único perjuicio que estas movidas implican es que habrá quienes tengan que soportar ver sus nombres durante una semana abajo en la tabla, sin haber manifestado siquiera su intención de participar en la encuesta, sólo por la única razón de no haber querido aportar al fortalecimiento del ejercicio independiente del periodismo de los periodistas del medio en cuestión o vaya a saber porqué caprichosas razones de la lógica binaria.       

Es un hecho que la profesionalidad del periodismo se fue al pasto hace un tiempo. Por un lado, internet ha democratizado la circulación de la información, pero también la ha relativizado en el sentido de su anclaje en la realidad. Es dialéctica existente entre la realidad y el relato, está hoy más vigente que nunca. Abunda el periodismo de escritorio, el corte y pegue, los análisis de taquito, las investigaciones son escasas, paradójicamente cuando la información es de fácil acceso. Los canales alternativos a los tradicionales comienzan a acercarse cada vez más al centro.
Aquello que algunos veíamos sólo en la facultad a partir de materias específicas como la Semiótica y el Análisis del Discurso, hoy son una herramienta cotidiana de muchos lectores no necesariamente expertos. El lector modelo hoy, es aquel que, antes de abrir el diario, ya cuenta con el dato de que el mensaje contenido en sus páginas depende del paratexto ideológico y de la trama de intereses económicos en que se inscribe ese medio.

El compromiso con la información se relaja en las oficinas de redacción. Como quien es descubierto en su identidad durante una fiesta de disfraces, ve que la magia de la máscara se desvanece, pero a la vez se siente más cómodo, ya no tiene que hacer grandes esfuerzos para ocultar su identidad. Entra en el ámbito de otro juego, ese donde hace como nadie se dio cuenta de quién es el que está detrás de la mascara y donde todos hacen como que no se dan cuenta.  

No hay comentarios: