Desde que
en Argentina el 12 de octubre se celebra el día del respeto de la diversidad
cultural – puro bla bla, claro –, el contrafestejo paranaense quedó fuera de
juego, o mejor dicho entró en el juego del pastiche posmoderno de la cultura
global.
Para ser contrahegemónico, como que le falta profundidad, y para ser oficial, como que congrega demasiados pensadores críticos. Entonces podría ser una fiesta popular, pero no, no lo es.
El
contrafestejo en Paraná, hunde sus raíces históricas en las culturas autóctonas
africanas de la República Oriental del Uruguay. Así de bizarro, eh.
Claro, a lo
mejor nuestros originarios no tienen ese swing que sí los descendientes de los
esclavos africanos. En todo caso, lo que se contrafestejaría sería la invasión
y colonización del África. Así de ciudadanos del mundo somos.
Lo triste
de la historia es que continúa el mismo proceso de invisibilización instaurado
a sangre y fuego en nuestros orígenes. Si contrafestejamos, lo hacemos con los
afrodescendientes que arribaron a nuestro continente luego de la invasión y
colonización española y formaron parte de la otra raza, la de los derrotados,
junto con los pueblos preexistentes a la conquista. Por ende, los pueblos
preexistentes continúan su derrotero en las sombras.
Para
decirlo claramente, el contrafestejo, no deja ser una fiesta de los blancos
occidentales, que ahora se nos da por buscar cierta originalidad en lo afro
americano. Una arista que en Uruguay, es de recorrido obligatorio para los
turistas. Eso sí, los negros autóctonos del paraná, no entran, pues son más
bien marrones, mestizaje de amerindio español y negro.
La llegada
de los esclavos africanos traídos a América, principalmente por el imperio
Lusitano, son producto de esa previa guerra de razas, que se mantiene hasta
nuestros días y atraviesa incluso los contrafestejos. Es decir, para que
llegaran los negros, primero había que exterminar en buena parte a los indios.
De ahí nuestra raíz afro, producto de la tragedia de los pueblos preexistentes
a la conquista. Tal vez por este razonamiento es que se contrafesteja el 13 y
no el 11 de octubre.
No hay
afroamericanos ni amerindios en la organización del contrafestejo. Somos los
descendientes de inmigrantes, buscando nuestra identidad mestiza, los que nos
rompemos la cabeza con esto. Los descendientes de los primeros habitantes de
América, tienen sus propios festejos, que no giran precisamente en torno a la
invasión europea de América, si no a su propio calendario de fiestas.
La
globalización trae aparejado el desarraigo cultural que hace que descendientes,
en su gran mayoría de inmigrantes europeos, no demos en la tecla de nuestra
identidad, y la vayamos a buscar, justo en los lugares donde no está.
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