Puede suceder que los boludos, en algunos casos, decidamos
abandonar ese tibio refugio que es el silencio y decidamos, finalmente,
aparecer ante los demás como lo que somos: ontológicamente boludos. Y entonces
nos da por escribir, empezamos con pedorros poemas adolescentes, hasta llegamos
a creernos poetas (los muy boludos), y desde ahí uno ya no sabe cómo termina la
cosa. Porqué decidimos escribir, es un misterio, pero lo cierto es que
escribimos, los ejemplos sobran, generalmente en marginales espacios, como márgenes
de los cuadernos, libretitas mugrientas, bancos de escuelas, muros de facebook
y blogs, pero algunos llegan a escribir en medios masivos de comunicación, esos
ya alcanzan el status de boludos peligrosos.
Acostumbrados a los arrabales de la existencia, al rechazo
generalizado, al escarnio público, los boludos solemos desarrollar un código
propio que dificulta la tarea de lectura del ocasional y desdichado lector, y
suscita interpretaciones erróneas, una falla insalvable del boludo sujeto enunciador
que, como ya sabemos, carece de las herramientas hegemónicas de la enunciación
y por lo tanto construye un enunciado perfectamente boludo. En fin, no queda
otra que atenerse a la siguiente serie de instrucciones generales que pueden
ayudar a decodificar un texto escrito por un boludo, porque la verdad, es que
uno nunca sabe cuando se va a cruzar con un boludo.
1) Los boludos carecemos de una memoria precisa, fotográfica
o detallada, por lo tanto nuestra escasa imaginación suele reemplazar lo que se
conoce como el hecho histórico o acontecimiento.
2) Porque somos boludos, nunca dejamos la infancia. No
entendemos la diferencia entre el juego, la realidad, la seriedad, la
responsabilidad y los horarios.
3) Somos subjetivos, pura impresión de los sentidos, meros
opinólogos. Imprecisos caóticos y superficiales.
4) Los textos de un boludo carecen de profundidad y
complejidad, pero a su vez tienen escaso asidero con la realidad común, la
coherencia sólo debe buscarse en la realida propia del boludo en cuestión, que
por su indescriptibilidad suele dar esa impresión de sentido profundo al texto.
Pura mierda literaria. Puede suceder que un texto escrito por un boludo resulte
profundo u analítico, pero el boludo nunca lo sabrá, esa interpretación es pura
responsabilidad del lector.
5) Si bien el texto puede parecer categórico o imperativo
esto sólo se debe a un espejismo, puro defecto del género literario del boludo.
Un boludo nunca tiene nada en claro, sabe, intuye, que los absolutos se
disuelven en el abismo de matices que horadan la verdad y puede pasarse horas,
días, años, vidas, asomado a ese infinito, sin tener jamás una puta certeza de
nada.
6) El boludo cree en la fuerza colectiva y es paradójicamente
rechazado por la comunidad. Es posible que se pase la vida tratando de formar
grupos, comunidades, organizaciones, y nunca entienda que muchos boludos juntos
no hacen un vivo, si no un conjunto de boludos.
7) Los boludos no pertenecen al mundo de los objetos,
siempre están detrás de un imposible, por eso son boludos. Mantienen la
esperanza en que, si de ese el mar de fracasos en que naufragan pudiesen
manotear un imposible, hacerlo palpable, dejarían de ser boludos para siempre.
Obviamente se mueren sin lograrlo.
8) El boludo tiene la actitud de estar siempre a punto de
comprender algo importante.
9) Los textos de un boludo derivan en la ambigüedad que hace
que uno nunca sepa bien si lo que está leyendo es una genialidad o una tremenda
boludéz, para desconsuelo del boludo, el 99% de los lectores, puestos a elegir,
se inclinan por esto ultimo.
10) El boludo no está aceptado por el diccionario de word.
11) Todo lo que el boludo hace con pasión, interés y amor,
jamás le reporta un mango. Obviamente, los boludos fracasan en el mundo de las
finanzas y jamás podrían ser aceptados como vendedores en una casa de electrodomésticos.
12) A los boludos nos encantan los partidos en empate uno a
uno que, en el último minuto, define un defensor pata dura, con acumulación de
amarillas, que la manda a la red pegándole con la oreja tras un tiro de esquina
defectuoso.
13) Obviamente, los boludos somos muuuy malos jugando al fútbol.
En el pan y queso siempre quedamos para lo último, y cuando zafamos de ir al
arco es para jugar de defensores. Igualmente nunca renunciamos a ese instante
glorioso en que nos toca patear el penal que defina el partido por la copa,
frente a la hinchada visitante, sabiendo que tenemos a la prensa en contra, y
que le vamos a pegar fuerte, de puntín y al medio, para mandarla afuera o a la
red, o a donde sea, no importa, pero le pegamos con el alma, el corazón y la
vida. Porque ya se sabe, cuando los boludos se van a dormir, por la noche,
siempre sueñan con la gloria.
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